jueves, 31 de mayo de 2007

Subido ahí arriba

Tengo una amiga con la que no estoy de acuerdo; pero solo en un tema en particular: Técnica o corazón cuando te subes a un escenario. Ella defiende la técnica, yo el instinto.
Puede ser, que en esta interminable diatriba, influya nuestra formación; y claro ahí le tendría que hacer caso, porque la mía es muy poco "académica". Y sigo dándole vueltas a nuestros diálogos.
Empezamos los dos casi a la vez, en esto del teatro, pero ella tiene 25 años y yo 46. Ella ha estudiado interpretación, y ha hecho muchos cursos, y yo he hecho muchos kilómetros de bolo en bolo. Y la verdad no me veo detrás de mi personaje, controlándolo minuciosamente, como un espectador quisquilloso, sin disfrutarlo de forma intima.
El autor, no tendría vida suficiente para dotar de forma detallada a un solo personaje de una memoria completa, para que el actor que lo interpretase, no tuviera que aportar sus vivencias para hacerlo creíble. Ese es nuestro trabajo, y lo concibo revolviendo en mis sentimientos, en mis recuerdos, y mezclandolos, para que el director primero y el publico después se muestren satisfechos de lo que ven.

"Si su boca miente, el pulgar de su pie continuara diciendo la verdad..."


La afasia, (literalmente, toda reducción de la capacidad de una persona para utilizar su voz de forma funcional e inteligible) pobló los psiquiatricos de multitud de pacientes que eran considerados poco mas que unos perturbados con sus capacidades intelectuales seriamente dañadas. Esta enfermedad, es producida con frecuencia por lesiones cerebro-vasculares que aislan por completo al individuo en una sociedad, que hace de la comunicación su bandera; y donde el esfuerzo por entender y ser comprendidos, les dota de una extremada sensibilidad para detectar la mentira; o lo que es lo mismo, la falta de correlación entre, lo que escuchan y lo que ven.
¿Como se produce esto?, en realidad no lo se; pero supongo que el ahínco por hacerse comprender y la observación forzada de lo que les rodea, tienen parte de responsabilidad. Y no es descabellado. Dicen los profesionales, que un proceso de comunicación personal puede dividirse en los siguientes componentes: Un 55% de lenguaje corporal, un 35% del tono empleado y solo el diez restante para la información formal que encierran nuestras palabras. Y solo en nuestro rostro, mas de veinte músculos importantes son responsables de los gestos que ayudan a nuestras palabras a ser creíbles. Sí tenemos en cuenta que buena parte de nuestros gestos son involuntarios, (naturales), es mas simple, eficaz y sincero decir la verdad, que intentar controlar tantas variantes, porque al final, alguna de ellas nos traicionara, y sobre un escenario, más.